martes, agosto 3

Anotaciones del dolor -reseña sobre Diario de Duelo, de Barthes

R & C (Reseñas y Comentarios V)

Reseña

Diario de duelo

de Roland Barthes

(Editorial Siglo XXI, México 2009)

Roland Barthes y su madre Henriette vivieron juntos toda una vida. Nunca se separaron. Durante los últimos meses de vida de ella, Barthes estuvo cuidándola todo el tiempo, alejado de su actividad académica, literaria y social. Su madre muere el 25 de octubre de 1977. Al día siguiente, Roland Barthes comienza a escribir el diario de su duelo.

“Diario de duelo” es un libro cuya primera edición fue publicada recientemente en francés y en castellano. Otro libro de Barthes, quien ya lleva igual cantidad de títulos publicados post morten que en vida.

Lo interesante del diario es la forma en que lo escribió: Como anotaciones, sobre fichas armadas en papel tamaño estándar y cortadas en cuatro. En esta deliberación –la de cortarlas en cuatro- radica el espíritu del diario e imprime una de las preocupaciones de Barthes para toda escritura: la forma. Las fichas fuerzan una escritura breve, concisa. Imposición de una forma externa a una interna. El gusto de Barthes por la forma breve en la escritura –confesado en un famosa entrevista de Norman Biron para Radio Canadá en 1975 y 1977- y el tema del haiku, en cuanto a lo que él llama “el elemento tenue de la vida “real”, presente, concomitante”, con que inicia “La preparación de la novela”, -ese seminario dictado entre diciembre de 1978 y febrero de 1980, hecho libro posteriormente- son evidencias indudables de ese acto deliberado de transcribir en fichas el profundo dolor en el que la pérdida de su madre lo había sumido. Pero no nos detengamos en la intencionalidad de Barthes, vayamos al texto, pues como el propio autor pensaba, el significado no está dado sino que es construido en forma activa por el lector.

En este sentido, el libro tiene dos grandes atractivos según lo que se quiera leer (primer punto de encuentro con la intencionalidad barthesiana respecto de los textos). Uno de ellos es el de saber qué es lo que está escrito, y el otro, cómo está escrito. Esta reseña enfoca la dialéctica entre ambos, pues en esa cuestión descansa la materia de Barthes como pensador y escritor, y la transferencia de toda crítica en el proceso de la escritura. La idea de un texto escribible, experiencia que él buscaba –desde su proyecto semiológico, ya alejado de su objetivismo de principios de la década del 50- en la literatura, no podría darse sólo desde un texto. La forma, una determinada forma, el “hipertexto” quizás, en que estuviera escrito es una condición para convertirlo en escribible. Por otro lado, la condición de la forma requiere de un texto que en sí mismo pueda reflejar en el lector sus infinitas posibilidades de interpretación. Así, quien lee tiene las llaves de la dialéctica forma-texto, al posibilitar cualquier resignificación de lo escrito. Para Barthes, sólo un texto literario tendría tal estatuto.
En este sentido, al igual que muchos diarios de escritores, “Diario de Duelo” es un texto literario. Basta leer su primera ficha para eliminar cualquier duda:

“Primera noche de bodas.
Pero ¿primera noche de duelo?” 1

Funciona como Haiku. Fuera de las formas que la poesía japonesa impone (métrica y verso), me refiero al satori de la proposición, al sentido poético que guarda, a la falta de verbo, a la captación del instante, pues “primera noche” es una sobrecarga de tiempo (primera y noche). También esta siguiente:

“Estoy o desgarrado o incómodo
y a veces bocanadas de vida. (15 de noviembre de 1977)”2

En la misma dirección pareciera ir la ficha escrita el 6 de noviembre de 1977

“Algodón de domingo por la mañana. Solo. Primera mañana de
domingo sin ella. Siento el ciclo de los días de la semana.
Enfrento la larga serie de los tiempos sin ella.” 3

Nuevamente aparece el tiempo –domingo, mañana, primera mañana de domingo, ciclo, días de la semana, serie de tiempos. Casi no hay palabras en este texto que no haga referencia al tiempo, en cualquiera de sus sentidos. Por otro lado, hay palabras que nos brinda una imagen como “Solo”, “mañana” o “algodón”, concordante con la relación que hace posteriormente Barthes del haiku con la fotografía en “La preparación de la novela”, también en su otro libro “La cámara lúcida”, que escribiría casi finalizando el duelo. Esta anotación es interesante desde el punto de vista en el que sostiene el argumento de que la foto rara vez es ficcional. Es el “esto ha sido”, el cuadro vivo de Faucon, las inmovilidades. En este texto, Barthes es fotógrafo de su dolor; la anotación es una fotografía que le permite “inmovilizarlo”. En Preparación de la novela se puede leer: “Mi propuesta es que el haiku se aproxima mucho al nóema de la fotografía:”Esto ha sido” el cine también; pero es una aproximación mentirosa, muy diferente de la aproximación mediatizada por un significante heterogéneo, las palabras, y, por lo tanto, no falsa, sino con credibilidad de otro orden, El cine secuestra la fiabilidad de la fotografía, la desvía en beneficio de una ilusión; el haiku trabaja en una materia heterogénea (las palabras), para volverla fiable y aportar el efecto “Esto ha sido””4. Esta cita forma parte de su sesión del 17 de febrero de 1979, en plena escritura de su Diario de Duelo y no deja dudas acerca de la idea de que las anotaciones del duelo se emparentan con ciertas características del haiku –tanto en su brevedad, como en el satori de la impresión que brinda, aquella puntada escencial, como decía Claudel- al consagrar el instante y calmar así el dolor de la cinética del dolor. En definitiva Barthes pretendía con sus fichas leer su duelo como quién ve un álbum de fotografías, no un film.

Además de las anotaciones que reflejan una profunda elaboración psicoanalítica, como esta que dice:

“En la frase: “Ella ya no sufre”, ¿a qué, a quién remite “ella”?
¿Qué quiere decir ese presente? (29 de octubre 197)”5

o,

“Los deseos que yo tenía antes de su muerte (durante su enfermedad) ahora ya no pueden cumplirse pues ello significaría que es su muerte la que me permite cumplirlos –que su muerte podría ser liberadora. Pero su muerte me ha cambiado, ya no deseo lo que deseaba. Hay que esperar –suponiendo que esto seproduzca- que un nuevo deseo se forme, un deseo después de su muerte. (29 de octubre de 1977)”6

el duelo dejó a Barthes espacios para pensar en la escritura y en la literatura. A veces de una manera inevitable, como lo enuncia en esta ficha:

“No quiero hablar por temor a hacer literatura –o sin estar seguro de que
eso no lo sería- aunque de hecho la literatura se origine en estas
verdades. (31 de octubre de 1977)”7

Más tarde,
“La literatura es eso: que yo no pueda leer sin dolor, sin sofocarme de
verdad, lo que Proust escribe en sus cartas sobre la enfermedad, el
valor, la muerte de su madre, su aflicción, etc. (1 de Agosto de 1978)”8

En esta última ficha revela de un modo sencillo su idea de lo escribible y lo “resignificable” de todo texto a partir de una determinada experiencia subjetiva. ¿Qué le habría sugerido Proust al leerlo por primera vez, o las veces anteriores a la muerte de su propia madre? ¿Qué significación le había dado a ese dolor que relataba Proust, entonces? Quizás sea este el momento en que Barthes comienza a articular su duelo, la intimidad de su duelo, el registro endogámico de su dolor con una propuesta de escritura. Enlace que podemos ver su primera manifestación hacia el mes de Marzo, y que dice:

“Prisa que tengo (verificada sin cesar desde hace semanas) de volver a
encontrar la libertad (desembarazado de retardos) de ponerme a trabajar en
el libro sobre la Foto, es decir de integrar mi aflicción a una escritura.

Creencia y, al parecer, verificación de que la escritura transforma en mí
los “estasis” de afecto, dialectiza las “crisis”.

-La lucha: escribo, ya no es necesario ver más (23 de Marzo de 1978)”9

Luego la escritura va ocupando (ganando terreno, podríamos decir) su lugar como trabajo, pero antes es necesario pensarla como una función del duelo:

“Escribir para acordarse? No para recordarme, sino para combatir el
desgarramiento del olvido en cuanto que se anuncia absoluto. El-pronto-
“ya ninguna huella”, en ninguna parte, en nadie.

Necesidad del Monumento.
Memento illam vixisse. (12 de abril de 1978)”.10

Y, al final de ese proceso:

“No es la soledad lo que necesito, es anonimato (de trabajo).

Transformo “Trabajo” en el sentido analítico (Trabajo de Duelo, de
Sueño) en “Trabajo” real –de escritura-

Pues:
El “Trabajo” por el cual (dicen) se sale de las grandes crisis (amor,
duelo) no deben ser liquidado apresuradamente; para mí sólo está cumplido
en y por la escritura. (31 de mayo de 1978)”11

La formulación siguiente, que expone en la Preparación de la Novela, ayuda a comprender esta etapa en el duelo del autor: “Un poco de escritura nos separa del mundo. Mucha, nos devuelve a él”12, al considerar al haiku como el Soberano Bien, que posibilita –para él- el anudamiento de la escritura con el mundo.

Diario de Duelo, deja un amargo interrogante –amargo porque por ahora no lo podemos descifrar-: asumiendo que estas fichas son sus anotaciones del dolor, entonces ¿para qué libro quiso escribirlas, además de los textos sobre su madre, “La cámara lúcida” o los textos del seminario de la preparación de la novela? ¿Sería tal vez para ese proyecto que había enunciado en “La preparación…”, Vita nova? ¿Cuál libro, Monsieur Barthes?


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Notas
1.- Barthes, Roland. Diario de Duelo. Siglo XXI. México, 2009. Pág. 13
2.- Barthes, R. Op. Cit. Pág. 62
3.- Barthes, R. Op. Cit.. Pág. 4
4.- Barthes, Roland. La preparación de la novela. Siglo XXI, Buenos Aires, 2005. Pág. 119. Lo resaltado en negrita es mío.
5.- Barthes, R. Op. Cit. Pág. 25
6.- Barthes, R. Op. Cit. Pág. 28
7.- Barthes, R. Op. Cit. Pág. 33
8.- Barthes, R. Op. Cit. Pág. 118
9.- Barthes, R. Op. Cit. Pág. 115
10.- Barthes, R. Op. Cit. Pág. 126
11.- Barthes, R. Op. Cit. Pág. 144
12.- Barthes, R. La preparación de la novela. Siglo XXI, Buenos Aires. 2005. Pág. 67