Reseña
Por Amor a la Palabra es un espacio dedicado enteramente a la escritura, a lo que nos une. Aquí tus ojos recorrerán de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, en un destino férreo, el campo extenso y poblado con los más diversos colores que significa la palabra escrita. Es curioso, tal vez, que podamos disfrutarlo -casi como un rito pagano- en un medio gobernado por la imagen, como lo es Internet; pero aquí está, y quedan todos invitados a compartirlo.
miércoles, octubre 22
R & C (Reseñas y Comentarios II)
Reseña
miércoles, mayo 21
R & C (Reseñas y Comentarios)
Reseña
El espejo que tiembla
de Abelardo Castillo
El espejo que tiembla es un libro de cuentos. Se trata de once historias breves, contadas con una prosa sencilla y fluida. Aunque esa sencillez nos es más que un medio para llevar al lector a pasear -a veces sin aviso- entre lo real y lo imaginario. Lo supuestamente imaginario. Porque como el segundo y secreto nombre del libro lo dice -“Los mundos reales”- Castillo nos muestra una historia que se bifurca en dos dimensiones, el presente y el pasado, acá y allá, éste y el otro; el narrador y el lector; todas plenas de realidad, y al mismo tiempo increíblemente reales. El “espejo que no está bien sujeto a la pared” (como dice, en el libro, el epígrafe de Kafka), que golpetea se representa en los cuentos de varias y estremecedoras formas: La conciencia, hermosa o monstruosa, según su dueño; un hermano incestuoso; una mujer eternamente joven; otra, eternamente vieja; un pordiosero en Bikanir, una foto de una mujer; o una alumna sirena. Todos pertenecen al mismo mundo real, pero su permanencia en la intimidad del “Yo” es de una forma tan presente como inestable.
En los cuentos pueden encontrarse varios denominadores comunes (además de la realidad bifurcada): El aire de soledad que respiran sus personajes; la intimidad sublimada, casi asfixiante, de los diálogos que se mantienen entre ellos –algo típico de Castillo, por otra parte-; el valor que le da a los espacios por donde transcurren las historias, que no es por mera referencia topológica sino que ellos logran jugar un papel casi tan importante para la historia como los son sus personajes y la trama; y, por último, la equilibrada dosis de amor, terror y misterio en todas las historias. En esto último, Poe ha sido tan bien tributado a lo largo del libro que su aparición como personaje en el melancólico Fordham, 1994 representa todo un acto de justicia. No obstante tal tributo se ha pagado caro en La calle Victoria, donde la utilización del remate poco sutil –propio del autor norteamericano- le ha quitado algo de brillo al cuento. Por el contrario, La que espera es, sin dudas, uno de los mejores relatos del libro y la quintaesencia de lo que nos quiso proponer el autor.